Son las diez de la noche… y no hay nadie en la calle
Son las diez de la noche y no hay nadie en la calle. En la Plaza Principal, solo están iluminados el Palacio Municipal y la Iglesia.
Al silencio, solo se le escapa el tañido de las campanas del reloj, que luego se pierden en la inmensidad de la noche …entre la melancolía y la aflicción.
Es Conkal, en los tiempos del CORONAVIRUS y del #quedateencasa. La vida nos cambio en los últimos 75 días.
Nuestros niños y jóvenes dejaron de ir a la escuela. Ya no hay bullicio. Ya el Padre Ricardo no oficia misas presenciales. La Iglesia está cerrada.
Tampoco entrenan los chicos béisbol y fútbol en el campo. Las señoras, ya no bailan zumba en la cancha municipal. Las niñas, ya no practican jarana en los corredores del palacio municipal y en el quiosco.
No hubo graduaciones en las escuelas, no sabemos si habrá primeras comuniones y eventos de verano. Tampoco, se hizo la fiesta tradicional. La Virgen no salió en procesión.
Ya no nos paramos a desayunar en los puestos de cochinita de Koh, Pepe, Abril y Fidel y los demás que están por todo el pueblo.
El mercado esta cerrado y no hay carne con Monchi y con Tito. Tampoco hay frutas y verduras con Luisa. No hay panuchos y salbutes con Claudet y Sara.
Claudia, ya no está con sus tortas. Candita ya no vende chocolomo y mondongo. Martha, no está con su comida y nadie disfruta las ricuras del mercado. Todos trabajan en sus casas.
Hay un bien mayor que se esta cuidando: la salud de los conkaleños.
En la tienda de Gabriel, “La Victoria”, nos cuentan para entrar y para salir. Nos cuidan. Ya no chismeamos en sus pasillos.
Los taxis y los autobuses casi no llevan pasaje. Nuestras calles están solitarias, solo algunos autos, mototaxis y bicicletas circulan. “Yangas” ya no trabaja… No hay pasaje.
En “La Bonita” Felipe ya no sirve botanas. El bullicio de “La Porteña” se fue. Solo se quedó Odilón viendo pasar la vida con su cubrebocas puesto.
“Vocecita” en el bar “El conkalito” ya no cuenta sus anécdotas y Abdo en la cantina “El Plantel”, ya no atiende a sus ingenieros y académicos.
En la noche, Diego de “Piqué” anda dando vueltas con sus pizzas y decenas de personas venden antojitos a domicilio.
La presidenta Hiselle Díaz, lleva 67 días presentando un informe por internet con las noticias del COVID-19.
Para entrar a Conkal… hay puestos de control sanitario con chicos y chicas que se arriesgan por nosotros. Además, nos apuntan con una pistola… pero solo para saber si tenemos fiebre.
Los policías salen a vocear con la Guardia Nacional #quedateencasa. Melina, la Directora de Policía, va de aquí para allá, las más de las veces para solucionar problemas domésticos.
Lo valioso, hay gente que nos recoge la basura y mantiene nuestras calles limpias.
Nos pidieron que ya NO saludáramos de beso a nuestros papas, hermanos, primos, sobrinos, amigos y a todos los que queremos… y que en el confinamiento… descubrimos quienes son y lo mucho que los amamos.
Hoy, nos obligan a tener sana distancia y nos hablan de aplanar una curva que no entendemos y que ahora hasta semáforos tendremos.
Muchos dicen: “Yo no manejo … no tengo licencia”.
Hoy todos usamos cubrebocas, nos lavamos las manos muchas veces y nos aplicamos gel.
En diciembre, mientras celebrábamos Navidad y Año Nuevo leíamos, escuchábamos, mirábamos y conversábamos que en la lejana China la gente moría porque había un virus letal.
Qué lejos lo veíamos. Hoy nuestro querido Yucatán llega a casi 200 fallecimientos por el mismo virus. Tenemos miedo y angustia.
En Conkal, perdimos a José Luis (Kau) y a Silvia. Todavía los recordamos, a él en su mototaxi y a ella en el parque, donde estaba todas las tardes con sus nietos dándoles palomitas y riendo con ellos.
Nos duele, porque nunca nos despedimos de ellos como hubiéramos querido. Como merece cada ser humano que se pierde por el COVID-19.
Son las diez de la noche. La calle está sola. El silencio nos envuelve a todos… la mirada a la iglesia es obligatoria…es una mirada que clama: ¡Dios ayúdanos ¡